-epitafio -
Y el cirquero había dictado su epitafio colgándose de la cuerda del trapecista, los actores miraban el cadáver suspendido en el centro de la pista y luego unos a otros, sin saber qué hacer, y es que la función debe continuar… como hacerlo, era seguro que el circo había cerrado, pero que harían?, no conocían otra vida o simplemente no la querían; al siguiente día enterraron al hombre que no había pasado una hora sin sonreír durante más de 20 años, y fue pase de lista para el testamento, el circo se cerraría definitivamente, los animales llevados a reservas y zoológicos, y todas las pertenencias del circo y del dueño serian vendidas y el dinero sería repartido entre los actores, el payazo, la mujer barbuda, el hombre bestia, el trapecista , la enana y el gigante, que habían sido su única familia, la familia que no entendía que estaba pasando; en su despedida el payazo trato de ser gracioso y todos trataron de ser amables, pero la verdad es que se sentían confundidos y de cierto modo estaban aterrados, quien podría imaginarlo después de todo, si ese hombre que se había ganado el amor paterno de todos, la imagen perfecta a seguir, el hombre que no se rinde, pero que mal…
Dieron y dieron vueltas al asunto todos antes de despedirse, pero era en vano, no lo sabían, no lo entendían, quizás por eso no estaban tratando de seguir al viejo al infierno, y cada uno hiso la promesa para sus adentros de que viviría tan intensamente que el viejo desearía regresar a la vida, ellos le darían sentido a sus vidas, y al llegar al otro mundo presumirían al viejo de estar bien, y de ser fuertes, de que él debe estar orgulloso de ellos, que crecieron bien gracias a él…
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